Había
terminado de comer y por fin iba a poder disfrutar un poco del reposo y de la
tranquilidad acompañada de él, mi dueño. Ese que de vez en cuando me daba el
capricho de sentirme a gusto con mi propia silueta.
Caí
completamente ante él (a cuatro patas y completamente relajada) comencé a bajar
poniendo mis manos sobre aquellas piernas. Así hice con mis pechos, aquellos
que reposaron sobre él muy apretaditos a mis brazos; fue entonces cuando bajé
la cadera y alcé mi trasero (una postura muy cómoda por cierto).
-No te muevas ,quédate así- dijo él, y yo
alce la cabeza para verle desde abajo. Tan solo estiré los brazos en el sofá
para dejarle marchar. Y se fue, pero no
tardo en volver. Traía la cámara de fotos en sus manos dejándola en la mesa
unos instantes para dirigirse al mueble y ponerse sus anillos. Yo estaba
intrigada, no sabía lo que él quería hacerme y era de esperar que temblara unos
instantes (lo supe por mis pechos, esos que temblaron por culpa del latido tan
violento que se me presentó en cuestión de segundos al ver aquella figura
masculina ante mí). Y tomó la cámara -De
rodillas, querida mía. Déjame sentarme...- dijo acompañado de una orden suave
con un leve chasquido de sus dedos. Asentí completamente callada, y una vez se
sentó yo volví a ponerme de la misma manera que él había dicho antes. Sus ojos
parecían devorarme, y a su vez, aquella mano de bestia que recorría mis nalgas
bajo el pantalón de pijama sin cortarse ni un pelo, bajó un poco la prenda y dejó que mis bragas verdes chillonas
quedasen al descubierto. Fue cuando él puso la mano con una porte elegante
sobre mi piel; la yema de sus dedos apretaban suavemente mi piel, de vez en
cuando me palpaba para hacerme sonreír y fue entonces cuando el "clic"
de la cámara sonó -Quédate quieta-
murmuró atento al plano por aquel objetivo completamente pequeño del
aparto. Sabía que examinaba cada
perímetro de mis curvas traseras, examinaba y evaluaba demasiadas cosas para
poder enfocarse en su propósito ¡Y lo consiguió! -Ya...- dijo sonriente, y yo volví a mirarle con una dulce sonrisa,
ascendí y le bese para dejarle ir de nuevo.
Puede parecer una tontería, pero... ningún
café pudo reemplazar aquel momento que me robó uno de los suspiros más
naturales de mi vida.
Texto: Raquel Sarmiento
Sexy !!!
ResponderEliminarPedazo de texto se ha marcado Raquel. Fantástico
ResponderEliminarchicos mola cantidad (;
ResponderEliminarFantástico viaje brindas con tus lineas. ¡Insuperable Cielo!
ResponderEliminarLa combinación del texto y la fotografía es insuperable. Enhorabuena.
ResponderEliminarinteresante, me gusta.... a ver que queda por publicar.
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