martes, 5 de agosto de 2014

Deseos oscuros


Ese gesto relajado con los párpados cerrados. Su cuerpo sumergido en las aguas acariciando su piel sin mi permiso, la odio. El cabello baila con las ondas que provocan mis propios dedos paseando por la piel. Bella, inmaculada tras limpiar el cuerpo a conciencia.

Sin poder evitarlo separo los muslos adelantando las yemas más y más hacia el centro, ese rincón escondido. No puedo ni quiero evitarlo, sujeto un seno en la palma apretándolo, deformándolo con cierta firmeza hasta que mis falanges se deslizan rozando el pezón erecto. Lo pellizco, me deleito con la sensación rugosa haciendo que no pueda soportar la tentación de metérmelo en la boca y eso mismo hago, deslizando primero la lengua para después apretarlo entre mis dientes tirando hasta soltarlo. Es una delicia, sabes a.. no lo sé, pero algo dentro de mi está prendiéndose, me incita a seguir pecando en las curvas de tu cuerpo.

Noto mi sexo mojado contra las bragas, el cómo sube la temperatura de mi cuerpo y sé en ese preciso momento que no podré parar.

Un poco más, sólo un poco más y ya estoy tocando los pliegues, rozando los labios menores en busca de ese pequeño hueco que sé me llevará al paraíso y así es. Cuando los hundo, noto la rigidez, las líneas que surcan la cueva de la que estoy apoderándome. Ese bultito pequeño, suave, intenso que al presionarlo sé que empujará tu clítoris haciendo que se descapuche un poco más, lo hago buscando instintivamente con el pulgar rozar.

Es cuando empieza un baile, un mecer en las aguas empujando al tiempo que busco tu boca, me apodero de ella hundiendo la lengua en busca de la tuya. ¿Qué me pasa? ¿Por qué me siento así? Sólo deseo meterme en la bañera contigo, pegar mi cuerpo al tuyo y mecernos juntas hasta llegar al orgasmo.
Así lo hago. Con las manos empapadas me desprendo de la ropa tirándola al suelo sin miramientos y me meto contigo, está fría el agua pero sin embargo el ardor de mi cuerpo apenas me hace sentirlo. Sin tardar demasiado, me acoplo para que mi sexo deseoso esté en constante roce con la pierna, frotándome cuando mis manos han vuelto a apoderarse de ti, de cada rincón, de cada pedazo de carne que a Mi me plazca. Gemidos, quejidos incluso salpicando, haciendo que la bañera se desborde empapando las ropas, el suelo.. cómo empapado está mi coño a punto de correrse.

Todo llega, incluso el intenso, poderoso estallar haciendo que me sacuda sobre ti, vierta mis flujos sobre tu pie marcándote mía y al terminar, me quedo unos segundos con la cabeza apoyada en tu hombro procurando recobrar la respiración, incluso la compostura que claramente he perdido.


Salgo y aún desnuda, empapada, comienzo el mismo ritual. Guantes, jabón y estropajo. Debo dejarte limpia, borrar cualquier rastro de mi pecado. Cuando vacíe la bañera, te dejaré ahí, con una mano sobre tu sexo cubriéndolo para que pueda encontrarte quién pueda o te pudras para los restos.

Texto: D.