viernes, 5 de julio de 2013

El Perfume


Estuve quieta de puntillas y agachada con la respiración entrecortada unos buenos minutos; permanecía en una posición un tanto incómoda para mis piernas y todo mi peso estaba completamente situado en los dedos de los pies. (Silenciosa) Él se terminó de acercar a mí con pasos firmes y ligeros (decidido) asegurándose de tomarme de la nuca con fuerza para que alzara el rostro y poder contemplarle. -¿Preparada?- me esforcé para no quejarme, ciertamente era humillante que me tuviera así, pero más humillante fue cuando encendió la cámara y apuntó para mis labios. -¡Perfecto! Sigamos...- exclamó seriamente bajándose la cremallera del pantalón delante de mi cara. Sentí que me ardían las mejillas en aquella decisión, pero más me ardieron cuando aspire aquel olor tan agridulce.

Cerré los ojos con suavidad y mordí mis labios excitada. Nada más rico que aquel perfume, ese aroma que despertó todo mi ser (desde mis pezones erectos hasta mi apertura más estrecha). Lo olí una vez él la puso en mis labios -¡Abre la boca!- todo en órdenes tajantes y correctas, esperando en todo momento qué él me hablase. Y la abrí.

Ahora no solo pude olerlo si no que saboreé aquel olor que hizo que mi clítoris convulsionara sin parar y así hasta notar como había empezado a humedecerme.

Mientras emitía gemidos entrecortados por las pequeñas embestidas que me propinaban arcadas, bajé mi mano a escondidas de él hacia mis piernas (ambas) como si me sostuviera a mí misma y para cuando quise tocarme, él apretó mi nuca y dejo su miembro completamente dentro de mi garganta. Paré de inmediato -¡JAMÁS...!, escúchalo bien ¡JAMÁS vuelvas  a intentar tocarte sin mi permiso!-.

Tras aquella pequeña regañina y falta de aire en mis pulmones, sacó su miembro completamente de mi boca -¡Desobediente!-. Se había molestado tanto qué me dejo allí de nuevo, sola,  llevándose consigo toda la excitación que su miembro había despertado por todo mi cuerpo.

Y creedme si digo: "Cuando un Amo le quita a su sumisa su juguete del momento, es bastante humillante..."


Texto: Raquel Sarmiento

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